Se suponía que iba a ser una velada divertida en el carnaval de Halloween, pero terminé siendo acosada por un extraño enmascarado toda la noche.
Me encontró en la casa embrujada y me dio ese primer toque forzado. Me atrapó en la casa inflable, usó su boca y su cuchillo contra mí, haciéndome sentir bien, aunque intenté odiarlo.
Y cuando me persiguió por el bosque, llamándome su presa, no supe si fue el miedo o la emoción y la anticipación lo que me hizo correr más rápido.
Sus perversiones eran incomparables.
Oscuras y depravadas.
Eran sólo para mí.
Me llamó su conejita.
Me dijo que corriera.
Quería perseguirme, cazarme.
Y cuando me atrapara, me haría lo que quisiera.
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