El alien posesivo atormenta mis sueños.
Cada vez que cierro los ojos le veo. Su extraña piel plateada. Sus aterradores ojos negros. Su pelo blanco como el hielo.
Su mirada intensa y dominante que me dice que soy suya y sólo suya.
De ninguna manera. Sólo porque me salvó la vida en Saloo VII no significa que le deba dicha vida. Un agradecimiento, tal vez. Pero nada más.
Regreso a la Tierra con la esperanza de que cesen los sueños, pero cuando vuelvo a ser atacada por alienígenas despiadados, ¿adivinas quién se abalanza para salvarme de la nada?
Thiray Th’Rasda Di’ylian.
El misterioso guerrero Thaana me advierte de que corro un gran peligro y que es el único que puede protegerme.
Me gusta cuando me rodea con sus fuertes brazos y me dice que estoy a salvo.
Pero, ¿puedo confiar de verdad en un alienígena que me ha acechado por todo el universo?
2
Skylar se arriesgó con una aplicación de citas y acabó envuelta en una guerra intergaláctica.
Es una larga historia.
Los Uttux van tras su útero. ¿Lo único que se interpone en su camino? Vullar th’Rasda Di’ylian. Un guerrero alienígena con cicatrices, tatuajes y piel plateada que aterroriza a Skylar hasta la médula.
Su mirada melancólica también despierta otros sentimientos. Del tipo que ella preferiría ignorar.
El sentimiento es mutuo: Vullar no puede apartar los ojos de la bella y curvilínea humana. El guerrero hizo una promesa a su hermano de la que se arrepiente rápidamente: La hembra no debe ser tocada.
Una promesa difícil de cumplir, pero Vullar se las arregla en su nave, donde ella tiene sus propios aposentos. Todo eso se va al traste cuando son atacados y se estrellan en un planeta hostil y alienígena.
Se acabaron las habitaciones separadas.
No hay camas separadas.
Sólo su calor corporal compartido les permitirá sobrevivir en este duro planeta…
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