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La primera vez que morí fue el 1 de noviembre de 1945. Quizá fue la primera, pero sin duda no fue la última.
Me llamo Veil, y mi vida ha estado lejos de ser normal. Todo lo que creía saber sobre mí era mentira. Absolutamente todo. Resulta que había estado al cuidado de una secta dedicada a un Rey del Infierno y arcángel caído.
Pero tras descubrir la verdad sobre quién —o qué— era, dediqué mi vida a detenerlos a ellos y a todos los que eran como ellos.
Por eso, cuando supe que Boston estaba sitiada por una sociedad oculta que masacraba inocentes, no tuve más remedio que ir a detenerlos. Aunque eso significara que me llevaría, poco a poco, a través de ese pasado que había intentado evitar durante setenta años, y directamente a la presencia del archidemonio del que había estado huyendo durante tanto tiempo: Asmodeo.
Justo cuando pensaba que las cosas no podían empeorar, me di cuenta una vez más de que no tenía ni idea de lo que me esperaba…
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