sábado, 5 de octubre de 2024

El tercer deseo

 



“Nadie ha pedido jamás un deseo semejante”, dice.

Me estremezco ante el tono escalofriante de su voz.

“Creo que todos mis amos anteriores, por estúpidos y débiles que fueran, debían poseer una sabiduría innata o un sano instinto de supervivencia, porque nadie, ninguno de ellos, ha pedido jamás un deseo semejante”.

Mientras habla, se quita lentamente dos anillos que adornan sus dedos y los deja caer sin hacer ruido en la arena. Gira la cabeza a izquierda y derecha, relajando los músculos del cuello. Me siento en la piscina, paralizada, como un ciervo deslumbrado por los faros de un coche, mientras los genios me miran con ojos oscuros y carnales.

Amenazan y prometen... No hay vuelta atrás.




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