Olvídate de los fantasmas con cadenas traqueteantes, trata con los que les gusta manosear.
Desesperada por cambiar, Jenna compra una casa embargada por capricho. La gente del pueblo dice que está encantada, pero Jenna está segura de que lo único que necesita es un poco de cariño para acabar con las corrientes de aire. No tarda en darse cuenta de que hay algo más que los caprichos de una casa vieja. Algo, o alguien, está jugando a los poltergeist con su casa, y sea lo que sea sigue acariciándola con dedos fantasmales y atormentando sus sueños.
Derrick y Mark aprendieron por las malas a no cabrear a una bruja. Pero en su defensa, como hombres lobo engreídos que eran, no estaban acostumbrados a que nada les desafiara de verdad. Incapaces de pedir ayuda, se ven obligados a embrujar su propia casa, lo que resulta menos aburrido de lo esperado cuando su compañera predestinada se convierte de repente en la nueva propietaria.
Incorpóreos o no, acaban llevando el embrujo a un nivel erótico totalmente nuevo.
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