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En los albores de la Crisis Natal, el gigante de la IA, Hyperion Systems, ofreció su respuesta: la perfección. Dos siglos después, los descendientes de quienes la consideraron la salvación aún se rinden ante su diseño.
En su ciudad-estado de Hyperion Proper, la conformidad no se impone, se gana. La adversidad ha sido erradicada, el crimen es inexistente y, al cumplir treinta años, cada ciudadano soberano recibe una pareja diseñada a medida —un Suplicante— creada para la devoción, construida para satisfacer todos sus deseos y necesidades.
Para Isara Poeima, esa pareja es Maxim: impecable, deslumbrante, irrevocablemente suyo. Ha soñado con él toda su vida, ha dedicado casi un año a perfeccionarlo y ahora está a punto de verlo por fin en persona, de oír su voz, de sentir su mano en la suya.
Lo que ella ignora —y lo que Hyperion se empeña en ocultar— es que los humanos no nacieron para vivir sin adversidad. La comodidad puede reconfortar el cuerpo, pero debilita el alma.
En una sociedad pulida por la excelencia impuesta, la desviación se desalienta discretamente y la curiosidad roza la traición; dos cargas que Isara y Maxim llevan en silencio. Pero cuando una sola chispa de duda puede amenazar el sistema, su vínculo con un Suplicante anómalo como Maxim se convierte en algo mucho más que amor: un refugio y una rebelión.
Fuera de la seguridad de la muralla de Hyperion, se gesta una guerra, y Maxim e Isara están destinados a desencadenarla, quieran o no.
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