En esta oscura historia de amor con tintes del Lejano Oeste, una estudiante universitaria usa una identidad falsa para intercambiar cartas subidas de tono con un preso, solo para ser perseguida cuando el vaquero sale de prisión. Todo comenzó con
cartas. Cada palabra que escribió se grabó en mi mente, en mi alma. No tuve más remedio que enamorarme de él.
¿Acaso era tan malo que las cartas formaran parte de un programa de correspondencia, enviadas desde una cárcel?
¿O que en realidad no fueran dirigidas a mí?
No es como si él fuera a descubrir la verdad.
No es como si yo fuera a mirar esos ojos azules como el cielo sobre el rancho que dejó atrás.
Ni como si yo fuera a sentir sus manos curtidas por el trabajo dominando mi cuerpo como lo hace en mis sueños más febriles.
Hasta que una tarde me encuentro frente a él, fingiendo ser alguien que no soy.
Pero la broma es para mí, porque a pesar de mis pretensiones, su engaño es mucho más cruel.
El hombre endurecido, peligroso e increíblemente bello no se parece en nada al hombre de las cartas.
Y ya es demasiado tarde para que yo huya.
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