martes, 16 de septiembre de 2025

Selfish Suit



Mensaje de la app de UberEats (Cliente imbécil):
Ya llevas oficialmente 15 minutos de retraso, así que te descontaré la propina por cada segundo que no tenga la cena en mis manos.
Por cierto, esta fue la primera —y probablemente la última— vez que usé esta app…

En el momento en que recibí ese mensaje, debería haber abierto el pedido de pasta y vino de 300 dólares del tipo y haberlo tirado por la ventana.

Si no necesitara tanto dinero, créeme, lo habría hecho.

Cuando entrego el pedido en la suite de un hotel en Manhattan, estoy empapado por la lluvia, exhausto y muy sorprendido de quién es el cliente.

Dominic Sutton.
O sea, el multimillonario Dominic Sutton , y el egoísta imbécil que dirige el otro lugar donde trabajo.

Realmente debería haber mantenido la boca cerrada…

Cuando se atreve a darme una propina del 3% —¡un tres por ciento!—, me pongo furioso. Le digo exactamente lo que pienso de su puerta giratoria de becarios, su política de que el personal ni siquiera puede mirarlo a los ojos, y le digo que es el peor director ejecutivo del mundo.

La sonrisa sexy en su rostro deja claro que mi discurso no lo afecta en lo más mínimo.

Entonces tomo su comida cara y bajo furiosa a mi coche.
(Sí, estaba buenísima...)

Honestamente pensé que se olvidaría por completo de mí: tiene cosas mucho más importantes de las que preocuparse.

Hasta que llegue al trabajo el viernes siguiente.
Hay un correo electrónico esperándome:

Asunto: Preséntese en la planta ejecutiva para verme. Ahora.

Algo me dice que estoy a punto de descubrir cuán despiadado y egoísta es realmente este hombre.





Asunto: ¡Enhorabuena! ¡Estamos encantados de ofrecerte un anticipo por tu próximo libro!
En cuanto recibí ese correo electrónico, juré que mis días como autor independiente sin un centavo habían terminado oficialmente.
Compré una casa nueva, viajé, gasté dinero en cosas que definitivamente no necesitaba... y, bueno, me olvidé de escribir el libro.
Cuando se acercaba la fecha límite, no tenía casi nada que mostrar. Mis interminables excusas de “solo necesito un poco más de tiempo para inspirarme” ya no servían.
Así que me tragué mi orgullo y confesé todo, mientras tramaba un plan para conseguir “inspiración” y devolver parte del anticipo al mismo tiempo. ¿El plan? Conseguir un trabajo en la misma editorial que me había hecho la oferta, para poder:
1. Ganar dinero para mantener un techo sobre mi cabeza.
2. Empezar a devolver el anticipo.
3. Recopilar material de primera mano para la novela romántica que llevaba dos años de retraso.
Parecía una buena idea... hasta que conseguí el trabajo.
Hasta que me di cuenta de que el director general de la editorial era un lobo arrogante y astuto con traje a medida⁠…
El mismo hombre al que mandé a la mierda hace varias noches.
El mismo hombre al que puede que le tirara una copa encima (pero esa es otra historia).
Ahora juro que ser su supuesta “becaria” es un infierno... y por la forma en que me rodea, no tengo intención de ser su presa.

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