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En Fiasco, Kentucky, hay una regla: nunca te enamores de un hermano Foxx. Cualquier mujer que lo hiciera, acabaría muerta, o eso dicen los rumores. En el pueblo lo llaman una maldición. Pero yo lo he vivido y no volveré a sobrevivir.
Ya no soy policía, pero he visto suficiente peligro como para saber que Laney Young, la hermosa desconocida que acaba de aparecer en mi pequeño pueblo, está huyendo. Miente sobre su origen y lo que hace aquí.
No la quiero cerca de mi familia ni de la vida tranquila que me he forjado. Pero mis hermanos tienen otros planes. Ahora está en todas partes: trabaja en mi destilería, vive en nuestra casa de huéspedes, me llama "vaquero" y se baña desnuda en el abrevadero de mis caballos.
Pero es la forma en que despliega su actitud con esa bonita boca suya lo que me hace desear cosas que me he jurado a mí misma no volver a querer. Debería alejarla, olvidar el sabor de sus labios e ignorar cómo me hace desear más de la vida.
Cuando su pasado aparece y se mezcla demasiado con el mío, sus mentiras empiezan a desmoronarse. Las reglas ya no importan. Me equivoco, excavo demasiado y me acerco demasiado. Solo dos cosas tienen el poder de mantenerla a salvo ahora: el bourbon y las mentiras.
En Fiasco, Kentucky, hay una regla: nunca te enamores de un hermano Foxx. Cualquier mujer que lo hizo, terminó muerta. No era sólo un rumor. Era mi realidad. Enterré a mi esposa junto con demasiados secretos que rodeaban la noche en que murió. Ahora, soy un padre soltero con dos prioridades por encima de todo: criar a mis dos hijas y hacer un gran bourbon. Pero cuando Faye Calloway regresa después de que la expulsé de mi pequeño pueblo -con el aspecto de una fantasía sobre el escenario y nada parecida a la policía para la que fue entrenadasé a ciencia cierta que esconde más secretos que el que me chantajeó para que guardara. Mientras todos están concentrados en la atractiva bailarina de burlesque, yo me distraigo con la mujer que esconde algo. La sabelotodo, que dice lo que quiere. Y la instigadora, que prefiere una forma muy concreta de beber su bourbon. Pero a medida que los secretos empiezan a desentrañarse, me doy cuenta de que protege con fiereza a sus seres queridos. Cuando se pone en peligro para enmendar el pasado, las reglas dejan de importar. Sólo dos cosas pueden evitar que mi familia se desmorone y que pierda a la mujer que amo: el bourbon y los secretos.
En Fiasco, Kentucky, hay una regla: nunca te enamores de un hermano Foxx. No se trata sólo de una tradición pueblerina o de chismes del vecindario: he sido testigo de lo que ocurre cuando los hombres de mi familia se acomodan demasiado y se enamoran. Y puede que eso ya sea historia, pero la responsabilidad de dirigir nuestro negocio familiar y mantener nuestra posición como el bourbon de Kentucky más codiciado del mundo recae sobre mis hombros. Pocos saben hasta dónde llegaré para garantizar la seguridad de mi negocio y de mi familia. Desdibujar la moral y manipular las reglas son parte del juego. Solo hay un problema: Hadley Finch. La mejor amiga de mi hermano, la princesa del pequeño pueblo de Fiasco, miembro honorario de mi familia, la hija de un deplorable hombre de negocios... es la mujer de la que juré alejarme en un trato que nunca quise hacer, y ahora... es mi esposa. Siempre ha sido imposible ignorar la actitud salvaje y la boca inteligente de Hadley. Ella es la única persona que empuja hasta la última pizca de mi resolución. Cuando se desnuda, comparte sus deseos y usa un apodo que será mi perdición, el caos que nos trajo hasta aquí se desvanece. Hay una década de secretos y mentiras entre nosotros, pero si ambos podemos conseguir lo que queremos -yo me quedaré con Foxx Bourbon y ella podrá escapar de las consecuencias de los pecados de su papá-, nada de eso importa. Antes de que fuera mía, me conformaba con protegerla a distancia. Nunca se ha tratado de un final feliz ni de ser su héroe, pero ahora anhelo ambas cosas. Llámalo maldición Foxx o penitencia por mis pecados, pero cuando todo explota y las vidas de mis seres queridos se ven amenazadas, sólo me quedan dos cosas con las que negociar: el bourbon y la prueba.
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