1
Mi prometido me traicionó la noche antes de nuestra boda, pero sinceramente, ¿a quién le importa?
Simplemente tocaré la puerta de su hermano en su lugar.
Antes de eso, mi mejor amiga ya me había apuñalado por la espalda. Quería a mi prometido, mi vida, porque no podía ser feliz de otra manera. ¿Y adivina qué? Ganó. Mi prometido fue su cómplice, se coronaron como Alfa y Luna, y esperaban que yo fuera su hazmerreír.
Bueno, eso no va a suceder.
Si hay una manera de obtener una dulce venganza, es arrojándome a los brazos del hermano de mi ex prometido. Ah, ¿y mencioné que también es uno de los principales contendientes por el trono de Alfa?
El único inconveniente es que pensé que yo era quien estaba seduciendo, pero las cosas salieron demasiado bien…—¿Perdida, conejita?
Fue entonces cuando me di yo era la que había caído en la trampa
Con solo un pequeño gesto de Zoe, el Alfa Damon está listo para entregarlo todo.
Todos conocen a Zoe, la doctora genio que negoció la paz entre humanos y hombres lobo. Claro, no es tímida respecto a sus habilidades que la llevaron a sumergirse en el mundo de los hombres lobo, pero en el fondo, sabe que no hay una fórmula secreta.
Ha estado siguiendo el rastro de ese hombre lobo de cabello plateado, decidida a desenmascarar al cerebro detrás de una serie de sucesos sobrenaturales.
Cuando el hombre lobo de cabello plateado finalmente se gira, ven el mismo deseo salvaje ardiendo en los ojos del otro.
—Llámame. Sabes que quieres hacerlo —susurra el Alfa, sonando más desesperado que nunca.
A Elizabeth la habían advertido: mantente alejada de Aaron.
Pero Aaron... bueno, él no estaba muy de acuerdo con eso. Aaron y su grupo dominaban la escuela, robando sin esfuerzo la atención de Elizabeth y, por supuesto, su corazón.
¿La versión cliché? Todos asumían que Elizabeth era quien manejaba los hilos, la problemática novata que se había hecho con el chico de los sueños de todas.
¿La verdad?
—Elizabeth me salvó... pero ella pensaba que yo era un cachorro.
Cuando el todopoderoso Alfa Aaron ya no es tan intocable, y la chica con poderes empieza a tomar las riendas, ¿podrá sobrevivir su pequeña chispa?
—Supongo que podemos ser solo amigos —dijo Aaron, tratando de sonar indiferente.
—Entonces quizás deberías quitar primero tu mano de mi cintura —Elizabeth puso los ojos en blanco.
4
La chica que me gusta me trata como su mascota y, sinceramente, estoy totalmente de acuerdo.
¿De qué otra manera podría estar a su lado y captar esos momentos que no quiere que nadie más vea? Pasa tanto tiempo en cosas sociales que, incluso siendo su «perro», puedo darme cuenta de que no es feliz.
Siempre está haciendo la tarea para ese chico que no la aprecia en absoluto. Una vez intenté arrebatarle el portátil... un fracaso total. Y, en serio, ¡no preguntes por qué actúo como un perro!
A ella le gusta él, pero es un imbécil.
Incluso ha llegado al punto de pedirme mi opinión.
¿Mi consejo? Soy un hombre lobo y no tengo ningún interés en limpiar los líos de los humanos. Solo quiero encontrar a mi pareja y volver a mi mundo.
Vale, ya sé que los hombres lobo son demasiado para ella. Pero, ¿qué tal un novio?
5
Desde el mismo momento en que nos cruzamos,
quedó claro que nuestra relación estaría llena de tensión y fricción.
Yo no era más que un peón en el juego de mi padre, y Dane, el hombre que él había elegido para mí,
era una mera herramienta para sus aspiraciones políticas.
No había lugar para la calidez entre nosotros; solo la manipulación y el frío cálculo del poder.
Cada vez que la mirada de Dane se cruzaba con la mía, estaba impregnada de escrutinio y desafío, y yo la miraba con la misma intensidad, viéndolo solo como la clave de mi escape.
Sin embargo, con el paso de los días, empecé a ver que ya no era solo la paria rebelde.
Me encontré ansiando su aprobación, ansiando los fugaces momentos en que su frío exterior diera paso a algo más suave, más humano.
Entonces comprendí que el mismo conflicto entre nosotros se había convertido en un hilo ineludible,
uniéndonos en una danza compleja y absorbente, una que nunca anticipé, pero de la que no podía escapar .
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