Rhys Koteskiy está de vuelta, al menos, se supone que debería estarlo.
Durante la Frozen Four del año pasado, el capitán de hockey de la Universidad de Waterfell, y legado de la NHL, recibió un brutal golpe que lo dejó con una conmoción cerebral y una nueva incomodidad sobre el hielo. Plagado de pesadillas y ataques de pánico cada vez que intenta patinar, Rhys se pregunta si volverá a jugar, si alguna vez querrá hacerlo.
Sadie Brown se mantendrá este semestre, pase lo que pase.
Actualmente ahogada por las deudas, las audiencias por la custodia de sus hermanos pequeños y los entrenamientos de patinaje, solo está tratando de llegar al día siguiente. Una patinadora artística escandalosa, conocida por su mala actitud y sus frecuentes desapariciones, tiene una reputación en el campus. Y no es nada agradable.
Cuando accidentalmente presencia uno de los ataques de pánico del capitán del equipo de hockey e intenta ayudarlo, surge entre ellos una extraña especie de entendimiento.
No se hacen preguntas. Solo se dan consuelo.
Pero Rhys se siente atraído por Sadie. Mientras él se siente vacío, una cáscara del hombre y jugador que era antes, Sadie está tan llena de todo que brota de ella; cada emoción que siente parece que le estalla al máximo. Rhys está desesperado por sentir algo, Sadie quiere dejar de sentir tanto.
Pero la curación no se mezcla con los secretos, y ambos están patinando sobre una delgada línea, inestable.
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