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Dove Rivera tiene un problema…
Un problema gruñón de uno ochenta centímetros de altura justo en medio de su sala de juntas.
Tras años de prepararse para ocupar el puesto de su padre como CEO de Rivera & Cruz, Dove no tarda en darse cuenta de que el problema de todos los Rivera es… Cruz.
Su nuevo socio se empeña en que todo siga igual y está dispuesto a convertirse en un obstáculo. Cruz es tan terco que ni siquiera una inocente fiesta de Nochevieja logrará animar su estado de ánimo.
Con cuatro horas para la medianoche, una búsqueda del tesoro, un montón de sushi y salsa de soja sin gluten para Dove, sabe que las cosas podrían ir mejor si Cruz bajara un poco sus barreras.
Pero él no lo hará, y no puede hacerlo.
Porque ella está prohibida y él es el mejor amigo de su padre.
Dove Rivera tiene un problema…
Un problema gruñón de uno ochenta centímetros de altura justo en medio de su sala de juntas.
Tras años de prepararse para ocupar el puesto de su padre como CEO de Rivera & Cruz, Dove no tarda en darse cuenta de que el problema de todos los Rivera es… Cruz.
Su nuevo socio se empeña en que todo siga igual y está dispuesto a convertirse en un obstáculo. Cruz es tan terco que ni siquiera una inocente fiesta de Nochevieja logrará animar su estado de ánimo.
Con cuatro horas para la medianoche, una búsqueda del tesoro, un montón de sushi y salsa de soja sin gluten para Dove, sabe que las cosas podrían ir mejor si Cruz bajara un poco sus barreras.
Pero él no lo hará, y no puede hacerlo.
Porque ella está prohibida y él es el mejor amigo de su padre.
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Jonathan Wright y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo. Nos hemos visto en nuestros peores momentos, no hablemos del puñetazo borracho que lo empezó todo, ¿de acuerdo?, y en los mejores, y aun así seguimos siendo los mejores amigos durante diez gloriosos años. Y las cosas seguirían bajo control si no fuera por un tonto beso bajo el muérdago.
Porque los mejores amigos no pueden convertirse en amantes. ¿No es cierto?
Jonathan Wright y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo. Nos hemos visto en nuestros peores momentos, no hablemos del puñetazo borracho que lo empezó todo, ¿de acuerdo?, y en los mejores, y aun así seguimos siendo los mejores amigos durante diez gloriosos años. Y las cosas seguirían bajo control si no fuera por un tonto beso bajo el muérdago.
Porque los mejores amigos no pueden convertirse en amantes. ¿No es cierto?
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