Ni siquiera sabía que tenía tres hermanastros tan cachas y guapísimos hasta que ya había traspasado la línea de lo alucinante.
Una sesión de fotos sexy no debería terminar con el modelo mostrándome sus mejores posturas. Y menos tan poco tiempo después de mi ruptura. Desde lo que hizo mi ex, he llegado a la conclusión de que los hombres no merecen mi tiempo ni mi confianza.
Excepto Mason que es divertido y sexy a más no poder.
Cuando sonríe, sus hoyuelos y sus ojos azules derriten una pizca del hielo que llevo dentro, y cuando se quita la camiseta, ¡joder! Creo que en mi vida he visto un cuerpo mejor esculpido.
Resisto su coqueteo hasta que me tomo unas copas. En ese momento, mi cuerpo manda callar a mi cerebro. Me dice que es hora de pasárselo bien. Y lo es. Vaya si lo es.
Me lo paso mejor que nunca. Mejor de lo que creo que puedo soportar.
Pero cuando me despierto, Mason se ha ido, y me encuentro herida en muchos aspectos. Entierro el dolor de mi corazón y me dirijo a la casa de la playa de mi madre para almorzar y conocer a mis hermanastros por primera vez.
Encontrarse cara a cara con Mason tomando café y bacón ya resulta bastante humillante, pero descubrir que es un trillizo y que ahora hay tres sexys machos alfa a los que evitar es tres veces más terrible. Aunque pueden parecer lo peor, Miller es tan perspicaz como guapo, y Max, con sus tatuajes y piercings, me enseña lo protector que puede llegar ser un hombre.
Me alegran el corazón y me demuestran que en las relaciones hay mucho más que angustia hasta que los problemas asoman su fea cabeza y todo se desmorona
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