Una atracción inevitable entre dos polos opuestos
Soy Julieta, y escapando del desastre en el que se ha convertido mi vida en Verona, acepto un puesto como au pair en Nueva York.
Tengo muchas ganas de empezar mi nueva vida en la Gran Manzana, pero Adriano Romeo, el padre de la niña a la que voy a cuidar, no me lo pone nada fácil. Es arrogante, frío, asquerosamente rico y controlador, y sobreprotege tanto a su hija que apenas le permite hacer nada.
¡No me extraña que las au pairs duren tan poco en su casa!
Pensaba que era una bonita casualidad que él se apellidara Romeo y que yo me llamara Julieta, por la historia de Shakespeare, pero nada que ver. Somos tan distintos que no podemos hablar sin discutir, lo que resulta frustrante y agotador.
Pero, con el paso del tiempo y la convivencia, empiezo a sentir una fuerte atracción hacia él. La química entre nosotros es innegable y, cuando estamos juntos, saltan chispas. ¿Será cierto eso que dicen de que los polos opuestos se atraen?
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