Invoqué a un monstruo que solo puede ser desterrado después de que me haga sentir bien. Realmente bien.
Todo lo que quería era un poco de té después de un día duro, pero la receta del libro de mi abuela resultó ser un hechizo. Un minuto estoy sola. Al siguiente, invoqué a un minotauro. ¿La única manera de enviarlo de vuelta? Él tiene que llevarme a un grito de liberación.
Cuando el elfo protector de la familia se da cuenta de todo el ruido que estamos haciendo y viene corriendo, aprendo rápidamente que tres no son multitud.
Desafortunadamente, vengo de una larga línea de cazadores de monstruos y aunque me niego a participar en la caza bárbara, mi familia todavía la práctica religiosamente. Cuando se enteran de mis amantes, me veo obligado a elegir—encontrar una manera de protegerlos de mi familia o desterrarlos del reino humano para siempre.
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