¿Una programadora cerebrito? Hecho.
¿Que esté endeudada hasta las cejas? Hecho.
¿Un trabajo nuevo en una empresa emergente de criptomonedas de tres multimillonarios de Silicon Valley? ¡Vaya si está hecho!
Jude Cauthon es todo lo cerebrito, dulce y tímido que una podría desear. Al ser el director de Tecnología, se pasa muchas horas enseñándome cómo funciona todo en la empresa y a menudo nos quedamos hasta tarde los dos solos, juntos frente a la pantalla de su ordenador. Y tras una tarde de lo más productiva en la oficina, no podemos dejar de pensar el uno en el otro.
En cambio, Owen March es el presidente ejecutivo de la empresa, engreído y pedante, que se pasea por ahí como si fuese el rey del mundo. Vale que es joven, que está como un tren y que con esa confianza podría dirigir a un ejército en la batalla; y también vale que su mirada ardiente de ojos de color verde esmeralda hace que me estremezca cada vez que se centra en mí, pero al poco tiempo lo de chincharnos y provocarnos se convierte en una forma de coqueteo y empiezo a esperar con ganas los jaqueos que nos hacemos a modo de broma.
Y luego está Furio Rossi, el milmillonario italiano que acaba de invertir en nuestra empresa. Es un descendiente de la realeza romana alto, moreno y atractivo que me besa la mano y me halaga como si fuera un ángel caído del cielo. Y cuando me invita a ir a Italia para auditar una de sus empresas de tecnología, me pregunto cuán lejos llegará su afecto por mí.
¿Lograremos que esta empresa emergente de tecnología despegue y se convierta en una compañía que valga miles de millones?
¿O no habrán servido para nada todo el trabajo duro y el amor que hemos encontrado en el camino?
COMPARTIDA ENTRE LOS MILMILLONARIOS es una tórrida historia de amor de harem inverso llena de humor, suspense y acción chispeante. ¡Con un final feliz garantizado!
¿Que esté endeudada hasta las cejas? Hecho.
¿Un trabajo nuevo en una empresa emergente de criptomonedas de tres multimillonarios de Silicon Valley? ¡Vaya si está hecho!
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En cambio, Owen March es el presidente ejecutivo de la empresa, engreído y pedante, que se pasea por ahí como si fuese el rey del mundo. Vale que es joven, que está como un tren y que con esa confianza podría dirigir a un ejército en la batalla; y también vale que su mirada ardiente de ojos de color verde esmeralda hace que me estremezca cada vez que se centra en mí, pero al poco tiempo lo de chincharnos y provocarnos se convierte en una forma de coqueteo y empiezo a esperar con ganas los jaqueos que nos hacemos a modo de broma.
Y luego está Furio Rossi, el milmillonario italiano que acaba de invertir en nuestra empresa. Es un descendiente de la realeza romana alto, moreno y atractivo que me besa la mano y me halaga como si fuera un ángel caído del cielo. Y cuando me invita a ir a Italia para auditar una de sus empresas de tecnología, me pregunto cuán lejos llegará su afecto por mí.
¿Lograremos que esta empresa emergente de tecnología despegue y se convierta en una compañía que valga miles de millones?
¿O no habrán servido para nada todo el trabajo duro y el amor que hemos encontrado en el camino?
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