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El laberinto es una sentencia de muerte. Y estoy atrapada dentro con un monstruo.
Estoy encarcelada por un crimen que no he cometido. Mi condena es breve, sólo tres meses, pero no importa. Nadie sale vivo del laberinto.
La prisión subterránea es el hogar del minotauro, un toro cambiante tan salvaje y violento que nunca se le ha permitido caminar por las calles de nuestra ciudad.
O eso dice la leyenda. Nadie que lo haya visto ha vivido para contarlo.
Cuando me arrastran al laberinto para cumplir mi sentencia, los esqueletos que hay en el suelo me dicen todo lo que necesito saber. El minotauro es un asesino y un monstruo.
Pero este monstruo no quiere simplemente matarme. Lo que ha planeado es mucho peor.
Quiere jugar conmigo, perseguirme y acosarme.
Hasta que sea suya
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