Mientras más grande es el mal, más letal es el juego.
Cuando un violador aparece mutilado tras un ataque brutal, se exige que la detective Kim Stone y su equipo resuelvan el caso de inmediato. Pero salen a la luz más y más asesinatos por venganza, y eso hace evidente que, detrás de esos trabajos, hay alguien muy siniestro.
La investigación cobra impulso rápidamente y, de pronto, Kim se encuentra expuesta a un terrible peligro. Está en la mira de un individuo dispuesto a emprender su propio y muy retorcido experimento.
Ante un psicópata que parece conocer todas sus debilidades, no hay un solo movimiento de la detective Stone que no lleve una carga mortífera. La cuenta de los cadáveres sigue en aumento. Kim tendrá que ir más profundo que nunca para detener al asesino. Y esta vez... es personal.
Dos niñas han desaparecido. Solo regresará una.
Los padres que ofrezcan la mayor cantidad recuperarán a su hija; la pareja perdedora, no. No se equivoquen. Una niña morirá.
Con la desaparición de dos niñas de nueve años —Charlie y su mejor amiga, Amy—, las familias se sumergen en una pesadilla viviente. Un mensaje de texto confirma lo inconcebible: las niñas han sido víctimas de un secuestro aterrador.
Y cuando un nuevo mensaje de texto pone a las familias a competir entre sí por la vida de sus hijas, el reloj comienza a correr para la detective Kim Stone y su equipo.
Aparentemente burlada en cada giro, mientras va descubriendo un rastro de cadáveres, Stone se da cuenta de que estos despiadados asesinos podrían ser los más mortíferos a los que se haya enfrentado. Las posibilidades de recuperar vivas a las niñas se van reduciendo minuto a minuto...
Una de las claves para resolver este caso consiste en desenredar el pasado de las familias y sus oscuras redes de secretos. Pero ¿podrá Kim sobrevivir lo suficiente para conseguirlo? ¿Alguna de las hijas pagará el precio final?
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