Lina va a pasar el verano en la Toscana, pero desafortunadamente no está de humor para el idílico y soleado paisaje italiano. Solo ha ido porque el último deseo de su madre antes de morir fue que conociese a su padre. Aunque, ¿qué clase de padre desaparece durante dieciséis años? Lo único que Lina quiere es volver a casa. Pero cuando cae en sus manos un antiguo diario de su madre, Lina se adentrará en un mundo de parajes mágicos, arte, romance y panaderías escondidas que la inspirará a reseguir el camino que recorrió su madre tantos años atrás, para desenterrar un secreto que clama salir a la luz. Por cierto, el siempre adorable Ren resulta ser un buen compañero de viaje.
La gente va a Italia en busca del amor y del helado, pero a veces allí descubren mucho más.
Para Addie, lo único interesante de ir a la boda de la excéntrica tía Mel es conocer Irlanda junto con su familia. Fuera de eso, nada está bien en su corazón. Hay algo horrible que la tiene profundamente triste y que pone en juego su futuro.
Por si fuera poco, Ian, su hermano mayor, conoce su secreto y no está dispuesto a dejarla en paz hasta que se lo cuente a su madre. De lo contrario, las discusiones entre ellos nunca tendrán fin y sólo la harán sentir aún más miserable.
Cuando parece no haber trébol que cambie su suerte, Addie encuentra en los polvosos libreros del hotel una inusual guía de viaje, Irlanda para corazones rotos, y aunque ella es una escéptica, confía en que las cosas mejorarán.
Las palabras de la guía hacen que Addie se embarque en una aventura llena de aprendizaje y amor propio en la isla Esmeralda, donde descubrirá que la verdadera fuerza se encuentra en su interior y que sólo ella tiene el poder para curar ese corazón que tanto le duele.
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