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Nadie mejor que Livia Lone conoce al monstruo al que acecha. Vendidas como vulgar mercancía, ella y la pequeña Nason sufrieron los abusos de sus traficantes. Cuando las separaron, Livia, de 13 años, pasó la adolescencia convertida en esclava sexual de un prominente empresario. Solo la mantuvo viva la determinación de encontrar a su hermana.
Hoy se dedica en cuerpo y alma a perseguir crímenes sexuales, para lo cual muchas veces no solo emplea las herramientas que le proporciona la ley... Mejor un pederasta muerto que entre rejas.
Pero cuando una nueva pista le ofrece la esperanza dar con Nason y desenmascarar a quienes traficaron con ambas, Livia tendrá que ir incluso más allá. Deberá revivir los horrores del pasado y enfrentarse a una conspiración que alcanza al gobierno de Estados Unidos y cuyo grado de depravación resulta casi inconcebible.
En todos los sentidos es una pelea injusta. Pero Livia tiene dos ventajas: su ilimitado amor por Nason y su inagotable sed de venganza.
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Livia Lone, inspectora de la sección de delitos sexuales, conoció de primera mano los abusos del tráfico infantil asiático. Así que su nuevo puesto en el cuerpo especial contra la trata de blancas supone una ocasión inmejorable para viajar a Tailandia y apresar a Rithisak Sorm, el último responsable del calvario que sufrió de niña. Pero una vez allí, Livia se verá obligada a trabajar con Dox, un antiguo francotirador que también tiene cuentas pendientes con el criminal. A pesar de sus enormes diferencias, ambos comparten un credo: cuando el derecho no sirve a la justicia, hay que hacer justicia de otra forma. El problema es que por el camino pondrán al descubierto una red que implica a las más altas esferas del servicio de espionaje estadounidense. Lo de menos será eliminar a Sorm. El verdadero reto será acabar con quienes lo protegen.
El FBI y la policía de Seattle unen esfuerzos contra una red internacional de pornografía infantil. Cuando su investigación se acerca a ciertas personas poderosas, Livia Lone, la inspectora especializada en delitos sexuales, se convierte en el blanco de un ataque que casi acaba con su vida y para el que alguien había contratado los servicios de John Rain, antiguo miembro de la CIA y ahora asesino a sueldo. La inspectora decide entonces enfrentarse al caso por otra vía y a través de Dox, antiguo francotirador de la Marina, crea un equipo a medida. Lo integran el propio John Rain; Delilah, agente del Mossad; Ben Treven y Daniel Larison, soldados de los cuerpos especiales; y su exjefe, el famoso coronel Scot Horton. El grupo irá descubriendo una vil conspiración entre agencias gubernamentales corruptas y tóxicas que los conducirá hasta las altas esferas del Estado. Las lealtades poco nítidas, los objetivos en conflicto y algunas relaciones confusas complican la cohesión del conjunto. Y, sin embargo, para un duelo tan desigual como este, un colectivo de asesinos quizá sea la única opción de éxito.
La hija de B.D. Little, agente especial del servicio de Seguridad Nacional, desapareció de la noche a la mañana hace diez años. Otras siete niñas sufrieron su misma suerte y todos los casos parecían llevar la misma firma. Ahora vuelven a multiplicarse las desapariciones y el desesperado agente Little recurre a la inspectora de delitos sexuales Livia Lone, la cazadora de depredadores más obsesiva que conoce.
Pero Livia necesitará contar con algo más que su obstinación en este caso, pues los culpables son dos veteranos de las Fuerzas Especiales. Uno de ellos, además, ostenta el cargo de diputado y su padre, el vicepresidente de los Estados Unidos, parece dispuesto a usar todo su poder para protegerlo y favorecer, a la vez, sus propias ambiciones. Los conspiradores, pues, disponen de recursos... y tienen motivos suficientes para suponer que podrán evadir a la justicia como han hecho siempre.
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