Sergei es un convicto prófugo. Nia es una florista.
Sus mundos nunca debieron conectarse, en cambio, colisionaron. Ella es una buena chica, inocente y sin manchas; a él le atrae esa decadencia.
Ella lleva una vida sencilla, una que él interrumpió bruscamente con sus gélidos ojos azules y sus órdenes retorcidas. Nia luchó contra la atracción por el hombre moribundo, pero el cariño hostil de su mirada la atrajo a su dulce trampa.
Cada paso vacilante se convertía en una zancada atrevida hacia un lado que descubría sobre ella.
Él la mancha con un antagonismo cariñoso y manipulación intencionada.
Nia nunca tuvo una oportunidad.
ADVERTENCIA: Este libro contiene material sensible que puede ser desencadenante para algunos, se recomienda la discreción del lector. Manipulación emocional, síndrome de Estocolmo y violencia gráfica
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