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Nunca planeé casarme con un monstruo. Pero definitivamente no planeé llevar al bebé de su hijo.
¿Casarme con un hombre mayor que mi padre? No era amor, era un trato de negocios, y yo era simplemente el precio pagado para salvar el imperio moribundo de mi familia.
La noche antes de la ceremonia, la fastidié. El beso de un desconocido, un toque que me encendió… y a la mañana siguiente, mi prometido me expuso.
Las imágenes se reprodujeron para que todos las vieran, y el caos estalló. Disparos. Gritos. Sangre. Cuando se disipó el humo, mi padre y el hombre que me salvó habían desaparecido.
Así que huí: embarazada, sola y decidida a no mirar atrás nunca más.
Años después, los rumores sobre mi padre desaparecido me arrastraron de vuelta al mundo del que juré haber escapado. ¿Mi plan? Hacerme la tonta, obtener respuestas y quemarlo todo.
Era perfecto, hasta que vi a Sergio Don Carlos.
}Mi amor platónico de la infancia. El hijo de mi enemigo.
Y el hombre con el mismo tatuaje que el desconocido que me arruinó aquella noche.
Dije que sí a un matrimonio falso.
No a enamorarme accidentalmente del hombre que podría haber matado a mi padre.
Maria.
Lorenzo Mancini es imposible de ignorar: un encantador director ejecutivo de día, un fantasma de la mafia de noche.
¿Y lo peor de todo? Me resulta peligrosamente familiar.
No sabe que nos conocimos antes: hace cinco años, con una máscara, en la oscuridad.
Esa noche terminó con sangre en sus manos y un niño en mi vientre.
No tiene ni idea de que es el padre.
Lo que hace que este matrimonio falso sea la solución perfecta.
Ahora estoy atrapada jugando a las casitas con el hombre que podría haber matado a mi padre,
y que todavía me besa como si fuera mi alma.
Él quiere un matrimonio de conveniencia.
Quiero sangre, respuestas y venganza.
Una mansión. Una cama.
Y un niño pequeño arriba con sus ojos...
El tipo de secreto que no permanece en secreto por mucho tiempo.
Lorenzo.
La reconocí en cuanto cruzó mi puerta. Maria Ricci. La hija de mi enemigo. Mi esposa.
La mujer que una vez me arañó la espalda y gemía por más, escondida tras una máscara.
Ahora se hace la esposa perfecta, contando historias con esos labios tan bonitos.
¿Me miente en la cara? ¿Finge que no recuerda la noche que pasamos enredados en las sombras?
Está bien. Cuanto más cava, más fuerte caerá.
¿Y el niño que escondió tras su vestido?
Por suerte, soy paciente. Y cuando la obligue a confesar... no será con palabras.
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